-Sergio Tello

“Mientras el Sol, la Luna y la Tierra existan… todo estará bien” – Hideaki Anno.

La Tierra es hogar de una innumerable cantidad de seres vivos, tan diversos en sus formas y belleza que los vuelve únicos. Increíblemente, todos los seres vivos, las plantas, los microorganismos, los animales y los humanos convivimos y desarrollamos nuestras vidas tan solo en la parte más superficial de la Tierra, el suelo.

La Tierra, aunque aparente ser gigantesca y amplia para nuestro tamaño, realmente es pequeña y, sin embargo, sus suelos nos han albergado a los seres vivos por miles de millones de años. Nuestro hogar tiene tanta historia, que, si hablara, nos contaría los relatos más fascinantes que ningún libro ha plasmado nunca en sus hojas. Estas historias son necesarias conocerlas, porque relatan la grandeza, las tragedias y el paisaje que ha mirado y sentido cada ser vivo. Al adentrarnos en esas historias, lo primero que percibiremos es que todo y todos estamos conectados. Los ríos que corre por las montañas, el viento que sopla en las costas, el suelo y las rocas por las que caminamos, los rayos del sol que anuncian el despertar de un nuevo día, las nubes que flotan y transmiten calma, las plantas y flores que colorean el paisaje y los animales tanto los grandes como los chiquitos que juguetean en las ramas y el suelo, poseen armonía y sincronía en su convivencia.  

Por ello, a pesar de que como humanos con el tiempo nos hemos ido aislando de la naturaleza, aún vivimos sobre el suelo de la Tierra; tener en cuenta que nuestras actividades diarias afectan negativamente nuestro hogar nos permite ser conscientes de la armonía y sincronía con la que han convivido siempre todos los seres vivos.

Saber que un medio ambiente enfermo repercute no solo en la salud de la vida silvestre, sino que también en la nuestra, nos ayudará a orientarnos mejor a lo que buscamos como especie, la calidad de vida. Como seres vivos, los humanos somos parte de la naturaleza. De ella respiramos, nos alimentamos, obtenemos energía, y todo ello lo proveen los suelos en los que estamos parados. Las frutas que dan los árboles se desarrollaron gracias a los nutrientes del suelo que sus raíces consumieron; el agua que bebemos la almacena los suelos en sus interiores, cada partícula filtra y purifica este líquido esencial. Contaminar estos bienes esenciales es contaminarnos a nosotros mismos, afectarnos.

Hoy en día nos encontramos en lo que se podría considerar el problema más complejo y grave que enfrentamos como humanidad: el Cambio Climático. Ha sido la consecuencia de nuestros actos, de generaciones que, por ignorancia o simple indiferencia, no percibieron esa armonía y sincronía necesaria que existe en la Tierra. Conocer a la Tierra es conocernos a nosotros mismos. Darnos cuenta de lo que causamos ha sido el primer paso, pero para dar el segundo hemos de enfrentarnos contra nuestros propios deseos: el consumismo. Pues enumerar cada una de las problemáticas que nos atañen en el medio ambiente es fácil, posiblemente las conocemos de memoria: deforestación, sequía, contaminación del aire, basura, etc. ¿Pero cuantos de los que leemos esto, en lo hacemos, comemos o bebemos productos envasados en un plástico o vestimos prendas de las llamadas ‘fast fashion’? ¿Lo dejaras porque lo acabas de leer? Solo tú lo sabrás. Enfrentar la problemática del Cambio Climático requiere de mucha voluntad, porque nos enfrenta contra nuestros impulsos, contra nuestros deseos. Y se pone peor, porque el sistema económico en el que participamos depende del consumo para continuar girando, por lo que dejar de consumir estos productos provocaría una caída de la economía afectando a los trabajadores y trabajadoras de estas industrias, quienes posiblemente sepan que sus actividades contribuyen a afectar negativamente a la Tierra, pero lo hacen porque necesitan un trabajo para poder conseguir su canasta básica.

Así comenzamos a bosquejar la complejidad de esta problemática; por un lado, sabes que comprar estos productos daña al planeta, pero por otro, el dejar de hacerlo perjudica a quienes dependen de esas industrias. Por tal, se vislumbra que otro problema son las decisiones que se llevan a cabo dentro de las empresas y las industrias al producir mercancías orientadas a aumentar los ingresos económicos pero que no aportan beneficios a la calidad de vida de las personas. En este punto, podemos reflexionar que un pilar a desarrollar como humanidad para proteger y conservar la naturaleza, es el producir y consumir productos que verdaderamente aporten a nuestra vida y su impacto negativo sea lo más tenue posible para la Tierra. La voluntad juega un papel fundamental, al proponernos ser más responsables con lo que consumimos. También para quienes son empresarios y emprendedores el fijar regulaciones y estándares de mayor calidad para sus productos, desde la explotación de los recursos naturales para su producción hasta su deposición final, disminuiría considerablemente las afectaciones a los ríos, suelos y aire de nuestro hogar, la Tierra.

Miremos a la naturaleza y veámonos reflejados en ella, sintámonos parte de ella, nuestro aislamiento en las ciudades nos ha cegado de la protección y cuidado que nos ofrece la naturaleza y sus ecosistemas. Los manglares que nos protegen de los huracanes y las inundaciones, años atrás eran vistos como lugares inservibles que no eran más que un estorbo para el desembarque de los barcos y lanchas cargadas de mercancía, esa visión la hemos ido despejando y ahora reconocemos su vitalidad e importancia para la biodiversidad y la sociedad. Prevenir, conservar y preservar los ecosistemas es sinónimo de cuidarnos los unos a los otros.

Protejamos la hermosa vida silvestre, admirémosla, tiene tanto que enseñarnos a través de cada una de sus especies. Solíamos aprender de ella para desarrollar nuestras tecnologías, ahora desde una nueva perspectiva, aprendamos de como interactúan con su medio y como cada ser vivo depende del otro para subsistir.

La vida es algo mucho más que la mera existencia de un ser. Que un ser exista no significa que viva, porque si el lugar que habita le es dañino, ¿qué caso tiene existir? La vida es el aire que respiras, el alimento que desayunas, el suelo que tus pies caminan, la montaña a la que subes, el lago en el que nadas, la flor a la que su aroma aprecias, el árbol del que sus ramas trepas, el animal al que cuidas, la Tierra en la que habitas. La vida somos todos, la Tierra es la vida y la vida se protege.

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